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Alejandro Labaka y su lucha en la selva

altEn 1977 fue adoptado como hijo de una familia huaorani. Uno de sus sobrinos huaorani lleva su nombre.

El 21 julio de 1987, la noticia de las muertes del vicario de Aguarico Alejandro Labaka y de la religiosa Inés Arango, lanceados cuando trataban de hacer contacto con indígenas tagaeri en Pastaza, mostró al país, por primera vez, el rostro de una Amazonía desconocida.

Eran los años de la expansión petrolera. Los colonos llegaban a la zona atraídos por la fiebre del oro negro, mientras los indígenas de la región vivían sin títulos sobre sus tierras y sin protección legal. El avance de las compañías petroleras parecía no tener freno y las muertes que dejaban los enfrentamientos entre trabajadores petroleros, colonos y pueblos “ocultos” eran frecuentes. Estas muertes sucedían, según Labaka, en “evidente defensa de los derechos arbitrariamente violados de estos pueblos”.

Desde su llegada al país en 1954, este obispo, que se nacionalizó ecuatoriano, se interesó por estas minorías quizá porque él mismo, dado su origen vasco, pertenecía a una. Labaka odiaba los escritorios. Fue lo que se conoce en la Iglesia Católica como un obispo de “trinchera”. Para él, los huaorani constituían un rostro desconocido, pero culturalmente valioso, que debía ser protegido. De inmediato se ofreció como mediador frente a la incursión, muchas veces violenta, de la industria petrolera. Ello le hizo merecedor en esa época de calificativos como “trabajador de las petroleras”, “amigo de los ricos”, entre otros.

El padre capuchino y quien ha continuado la tarea de Labaka en la Amazonía, Miguel Ángel Cabodevilla, defiende el trabajo del obispo. “Hay gente que piensa que buscaba el contacto con estos pueblos a como dé lugar para evangelizar, pero él no bautizó a ningún huaorani. Su lucha era política, por reformas que permitan su protección”, cuenta. Labaka fue el primero en tratar de realizar un censo para dar cuenta de la existencia de estos pueblos. Fruto de este trabajo, en 1976 conoció a un grupo huaorani apenas contactado (los tagaeri), que en el año 1960 se internó en la selva para evitar ser colonizado. Este grupo dio muerte a tres trabajadores petroleros que intentaban abrir trochas para la exploración petrolera.

Este hecho motivó a Labaka a proponer una moratoria petrolera en estas tierras y exigir al Estado que legalice sus territorios ancestrales. Pese a ello, el Estado apoyó en esta área la campaña petrolera del consorcio Elf-Braspetro-Britoil en el Bloque 17 (hoy a cargo de la firma china PetroOriental). “La explotación del campo a un par de días de donde se asientan los pueblos tagaeri /taromenani constituye otra gran provocación, y por otra parte, entraña el propósito de genocidio en el momento que se note el menor obstáculo al trabajo petrolero”, escribía Labaka en 1976.

Ello obligó al obispo a adelantar su programa de contacto. “Tenía una especie de protocolo de contacto que tuvo que romper por la presión de las petroleras por ingresar al área”, relata el español Jesús García, misionero en Coca, quien llegó al Ecuador motivado por el vicario de Aguarico. Un día antes de su muerte, Labaka escribió: “Si no vamos nosotros, los matarán”.

Para Cabodevilla, a partir de la muerte de Labaka se reconocen los derechos de los huaorani, hasta entonces llamados despectivamente “aucas”, que quiere decir salvajes. En 1992 el Estado entregó el territorio huaorani, siete años después se declaró como zona intangible a una parte del Yasuní y en 2007 se formuló una política para pueblos aislados. Aún así, la protección de los pueblos ocultos sigue siendo una tarea pendiente. La zona intangible sigue amenazada por la expansión de la frontera petrolera, es recorrida por turistas, madereros, cazadores y colonos; y ha dejado muertes con lanza. Entre ellas, la matanza ocurrida en el 2003 a un grupo de 20 tagaeri, entre mujeres, niños y niñas. También se registró la muerte de tres colonos en el 2009.

Ese fue el resultado de un foro efectuado la semana pasada en la Universidad Politécnica Salesiana a propósito de cumplirse 25 años de la muerte de Alejandro Labaka en la Amazonía.

El pasado 4 de mayo representantes huaorani participaron en Nueva York en el Foro Permanente de Asuntos Indígenas de Naciones Unidas. Desde allí pidieron exhortar a Ecuador a mantener su territorio intacto.

La cronología

1920

Alejandro Labaka nació en Beizama, España. A los 27 años se fue de misiones a China, pero acabó expulsado de este país por los comunistas en 1943.

1954

Pide ser misionero para Ecuador. Se nacionalizó como ecuatoriano en noviembre de 1967. Inicia su trabajo como misionero en la zona petrolera en 1971.

1987

Muere lanceado a orillas del río Tigüino, en Pastaza. Testigos de la operación de rescate del obispo relataban que el cuerpo presentó 67 perforaciones de lanza. Según los registros noticiosos de la época, el ataque fue sorpresivo.

 



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