Omaguas: la riqueza de la cultura amazónica
Publicado el 13/Septiembre/2012 | 11:07
26 piezas conforman la muestra arqueológica Rostros de Luna que se exhibe en el Museo Cicame de Pompeya
Los omaguas tenían una relación simbiótica con la naturaleza. A los niños, de este grupo humano, ya extinto, se les entablillaba la frente, para que su rostro quedara achatado. El objetivo era que sus caras se parecieran a la luna.
De ahí, el nombre de la exposición que se inauguró en la ciudad de Coca. Esta es una muestra en la que se exhiben 26 piezas arqueológicas pertenecientes a la Fase Napo, que se desarrolló, entre los años 1188 y 1480.
Sellos, hachas de piedra, vasijas utilitarias y urnas funerarias forman parte de esta exposición, todas pertenecientes a la colección del Centro de Investigaciones Culturales de la Amazonía Ecuatoriana (Cicame).
El hallazgo de las piezas de la muestra fue fortuito. Los actuales indígenas de la zona las encontraron cerca de sus casas, en la ribera del río Napo. Las fotografías de la zona, pertenecientes a colecciones privadas y otras que han recorrido ciudades como París, Tel Aviv y Washington, también forman parte de la exposición.
Para Milagros Aguirre, directora de la Fundación Alejandro Labaka, que realiza trabajos etnográficos y arqueológicos en la Amazonía, la muestra permite observar la riqueza de la selva culta, que no es ni ha sido tierra baldía; y que se deja ver en este patrimonio.
Los omaguas fueron una de las grandes naciones amazónicas. Poblaron las riberas del río Napo desde el siglo I. Su territorio abarcaba una extensión de más de 900 km².
Sus elaborados trajes de algodón, sus desarrollos arquitectónico y artístico y el despliegue de sus capacidades en la navegación y el comercio les dieron el apelativo de los gentiles, por parte de los cronistas y viajeros de la época, de la conquista española, como fray Gaspar de Carvajal.
"Rostros de Luna" pretende entablar un diálogo entre el pasado y presente de la Región Amazónica. Visibilizar a los habitantes de la Amazonía y poner en la palestra la riqueza del pasado histórico. A más del rescate y la valorización del patrimonio amazónico, busca ser un preámbulo para las muestras que se presentarán en el Museo Arqueológico y Centro Cultural de Orellana (Macco) que está en proceso de construcción.
La muestra es la culminación de un trabajo de investigación que se inició en 1975 con la recuperación de las piezas por parte de la misión capuchina. En 2007 se inició el trabajo de gestión cultural con el aporte económico del Aecid, la Embajada de España, la Municipalidad de Orellana y el Instituto Nacional de Patrimonio.
La empresa privada, a través de la Fundación Repsol, contribuyó también en la exhibición de las piezas, que en menos de una semana ha sido visitada por más de 200 personas, entre niños, jóvenes y adultos. Los organizadores tienen programado realizar actividades paralelas que permitan ir formando a las personas en temas históricos y de rescate cultural.
Para el montaje de la muestra se utilizaron 4,5 toneladas de hierro, dos toneladas de cristales, 90 metros cuadrados de imágenes, 640 horas hombre en taller y 360 horas hombre en el montaje.
En la adecuación del local, ubicado en el edificio Azriel, centro comercial de Coca, intervinieron los arquitectos Pablo Moreira, Natalia Corral y Yadhira Álvarez; en el diseño arquitectónico, Mario Arroyo; en la construcción, Zona Digital; en la impresión y montaje, Juan Hermoso; en el diseño, y Miguel Ángel Cabodevilla, Iván Cruz y el equipo de la Fundación Alejandro Labaka en el trabajo de museografía.
Para Milagros Aguirre, este es un espacio de aprendizaje en pos de lo que será el Museo Arqueológico y Centro Cultural de Orellana.
El Macco se está construyendo con un aporte del 12% de las regalías petroleras gestionados por el Municipio de Orellana a través del Bede. "Nosotros preparamos el contenido, que quiere decir un plan estratégico de cultura para Orellana, un personal que se está formando y que tiene que poner el Municipio y una oferta de actividades educativas, culturales y de investigación".
Las primeras investigaciones arqueológicas que se hicieron en esta zona estuvieron a cargo del matrimonio estadounidense Evans-Meggers el que cavo en las riberas del Napo en 1956. Ellos encontraron cerámicas a las que llamaron Fase Napo.
La exposición de estas piezas arqueológicas estará abierta de martes a viernes, de 10:00 a 18:00. Los sábados y domingos, de 11:00 a 18:00. (GFF)
Un pueblo lleno de sabiduría
El pueblo Omagua era de origen tupi-guaraní. En el Ecuador vivía a lo largo del río Napo y de sus afluentes cercanos.
Se caracterizaron por ser grandes guerreros, destacados en el arte de la flecha.
Despuntaron en el comercio de sal. Cultivaban yuca, maíz, algodón y tabaco.
En su vida cotidiana primaba una relación de respeto a su entorno y los animales.
Alcanzaron su máximo esplendor antes de la llegada de los españoles, a quienes les llamaron la atención su elevado conocimiento, técnica y su sabiduría.
"Su vajilla es más pulcra que la de Málaga", señaló en su momento el cronista Gaspar de Carvajal. Para 1732, la gran nación Omagua no tenía más de 200 habitantes.
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